
BREVE REFLEXIÓN DE UNA NOCHE DE MARTES
Ayer mi hijo me planteó la posibilidad de vivir eternamente, como algunos personajes de película. Le contesté, no sin antes pensar mi respuesta, que si fuésemos eternos podrían suceder dos cosas: Que la vida se convirtiese en una condena, si nuestros seres queridos no lo fuesen, o que, de ser toda la humanidad tocada por el cambio, hubiese que reelaborar desde la raíz nuestra filosofía. Se acabarían el tempus fugit, el carpe diem, y el valor de los minutos que se escapan entre los dedos. Es nuestra muerte y la muerte de casi todo lo que nace, lo que da sentido a la vida. Igual que la oscuridad da sentido a la luz.
El tiempo. Ésa gran creación del hombre que para la física simplemente no existe, pero nos atraviesa y nos condiciona.
La soledad lo agranda (la soledad crea demonios cuando no es buscada), el dolor le otorga un peso insoportable. Es un material traicionero y maleable, pero necesario.
Lo humano está ligado al tiempo, y el tiempo, junto con la memoria y la esperanza, conforman lo que somos.
Aunque en el universo nuestra existencia toda, brille como una sola chispa, efímera y fugaz, yo creo que brilla.
Estefanía Muñiz Madrid 02 de Octubre de 2019.