
Este cuento es mi pequeño homenaje al director y guionista Joseph Manckiewicz.
“Eva al desnudo” es una de mis películas imprescindibles.
QUERERES
Dicen que hay que tener cuidado con lo que deseas porque puedes conseguirlo…
Érase una vez una mujer, llamémosle N, que primero en su subconsciente, y poco a poco con todos los sentidos, deseó transformarse en otra mujer, una antigua conocida, llamémosle L.
No quería ser como ella, no, aquello distaba mucho de ser una cuestión de parecidos. Lo que quería era SER ella. Y tampoco era un deseo epidérmico, ya que N poseía una belleza impecable, fuera de toda duda, si no que ansiaba su alma, su familia, su destino. En definitiva, aquello tan secreto y sagrado que es difícil de describir y sólo eliminando a L de la ecuación, podría finalmente obtener.
Hacía un tiempo que estaban distanciadas así que se acercó en una maniobra silenciosa en principio. Tomaron un café, salieron a comer. Aquello fue un reencuentro normal durante un par de meses hasta que N comenzó a ofrecer todo tipo de servicios relacionados con el trabajo de L, además de expresar su enorme deseo de reencontrarse con toda la familia de L, a la que hacía años que no veía.
Una vez en contacto con el entorno de L, N no dudó en intimar con su hermana, con sus familiares y amigos.
L tuvo que ausentarse durante un viaje largo. Fue entonces cuando observó que N, desaparecida absolutamente para ella, se había instalado en el preciso espacio que había dejado, como si de un hueco a llenar se tratase. Contemplaba desde la distancia, con cierta pena y algo de confusión, como esa especie de doble de ella ocupaba su lugar en fotografías y celebraciones, ubicada entre su madre y su hermana.
N se instaló durante un tiempo en su propia habitación en Madrid, de lo que L se enteró por su hermana.
Claro que su hermana pensaba que N estaba en contacto diario con L, y tardó en creer que aquello no era cierto. No obstante, N, tenía fascinados a todos con su carácter dulce, que rozaba el servilismo.
Cuando L volvió de su viaje, N tenía encargos en su oficina, trabajaba con su madre y salía con sus amigas, aunque L Llevaba meses sin saber nada de ella.
Y dicho esto, queda contar que N se había fijado como objetivo al que había sido el gran amor de L.
Y así fue. El hombre que sí había amado a L, fue para N su perdición. El dulce sabor de haberse introducido en la vida de otra persona, la ilusión pueril de haber arrebatado la identidad ajena ganando una competición absurda e inexistente, se volvió contra N de forma lenta e inexorable, con el peso de una enfermedad degenerativa mortal. El desamor.
Estefanía Muñiz 4 Febrero 2019 Marbella @Manchasdecafe_